Después de dos intentos de llegar a la costa asturiana, frustrados por culpa de las nubes, se cumplió el dicho y hace dos sábados fue la vencida. Y mereció la pena tanto intento.
Qué emoción distinguir la aún lejana costa entre las pocas nubes que había ese día. Es hasta el momento la excursión que más me ha gustado, pero a la vez la más dificil de explicar con fotos. Hay que estar allí, sobre el mar para sentir esa especie de dulce venganza por tantas veces que había que parar al llegar al acantilado. Ganar la batalla a la orografía y seguir adelante aunque ya no haya tierra bajo tus pies ha sido de lo más alucinante que he vivido desde que empecé a volar.
Rollos aparte, vamos a ver unas fotos:
Llegamos al mar! En primer término la playa de La Isla, cerca de Colunga. Y la autovía que... ¿La recta no era el camino más corto?
El Muja creo recordar que se llama el museo del Jurásico, con forma de pata de dinosaurio.
Al lado, Lastres, o San Martín del Sella, que dice el Doctor Mateo...
Tazones.
No serán blancos como los de Dover pero en verde tampoco pintan mal estos acantilados.
Y llegamos a Gijón, pero al igual que en Tazones, paso de hacer rima fácil.
El puerto, con barquitos y tó.
Seguimos hacia el N y llegamos a Candás.
Siguiente "parada" Luanco.
Para hacer esta foto fui un momento a Escocia, pero volví en seguida.
Y por fin Cabo Peñas. Allí comencé la vuelta.
Después de tomar un refresco en La Morgal me volví para León despidiéndome de Oviedo al pasar.
Al pasar por la térmica al S de Oviedo daban ganas de echar un escupitajo a la cazuela, pero de verdad que no lo hice... o sí?
Ya cerca de casa vemos la carretera de las hoces de Vegacervera. No está tan mal despues de ver las autovías asturianas no?
Y eso ye todo por ahora. Buenos vuelos.